Las ventajas del sobrepeso (ninguna)
Hace más de un año, cuando el manejo del peso comenzó a frustrarme, decidí que debía hacer un cambio radical en mi vida para terminar con esta decepción cada vez que me trepaba en la báscula.
Dejé de pesarme.
Trate de esquivarlo lo más que pude. Y esta semana confronté mi peso.
Pero antes, volvamos a antes.
Que haya decidido no pesarme es algo muy diferente a conformarme con mi peso. La báscula es un poco como la oficina del médico: Mientras no la enfrentes, no tienes nada, por más síntomas que presentes.
Mi justificación fue que había decidido cambiar a un método alterno para medir el peso: Cómo me queda la ropa.
Este sistema no sirve para los varones. Mientras las mujeres sienten que toda la ropa les queda mal, los varones tenemos la certeza de que todo nos queda bien. Y si sabemos que ya no nos queda como debiera, bregamos con las circunstancias. ¿La camiseta es tan estrecha que si levantas el brazo se te muestra la barriga? No importa, paso la tarde sin rascarme la cabeza. ¿El mahón deja escapar mi raja cada vez que me siento? No, señorita, no me quiero sentar en la barra, prefiero si me consigue una mesa en el salón, y que sea un “booth”, por favor. Ah, y vaya trayendo unos nachos “fully loaded”. Con Diet Coke. Gracias.
Otro problema con el sistema de la ropa es que los varones sabemos manipularla. Usar el mahón de medida es un engaño, ya que los hombres, en un momento de nuestras vidas, nos comprometemos con una talla y de ahí no subimos, aunque la barriga se desparrame por encima de la correa, o que cada vez que nos abramos el pantalón, veamos que el botón de metal nos marcado un segundo ombligo rojo en la piel.
En mi caso, mi talla límite es 38. Lo que ocurría entonces era esto: Si iba comprar un mahón 38 y lo sentía estrecho, buscaba entonces otra marca, “porque esa corre chiquita”, hasta conseguir un pantalón de una compañía con menos ética en sus tallas pero con accionistas más ricos.
Por tanto, reconocía que tenía más peso que lo usual. Lo más que había pesado en mi vida era 225 libras, así que cuando tenía llenar el dato en algún formulario, estimaba unas 10 libras por encima de ese descojón de masa y piel, y declaraba, con bochorno, que pesaba 235. Borraba y le quitaba una libra, a 234. Diez libras es demasiado aumento.
Ahora vuelvo al punto donde me desvié. Les decía que esta semana me pesé.
La báscula no marcó 225, eso lo sabía. Tampoco indicó las esperadas 235, es decir, 234 libras.
Esa hijueputa dice que peso 254 libras.
¿Cómo se atreve?
Necesitamos en el mercado básculas sensitivas. Que te trepes, y en lugar de darte el peso, te ofrece un mensaje de ánimo como “al menos tienes salud, digo, por ahora”.
El caso del sobrepeso en los hombres es más grave que cuando se trata de una mujer. En el caso de las mujeres se resuelve recordando que “es bonita de cara”. Los hombres, aparentemente, no somos nunca bonitos de cara, sino que “tiene tremenda personalidad”. Mi problema es que tengo una personalidad tan repugnante que hasta los ciegos me miran mal. Ya el sobrepeso es otra carga innecesaria.
Otra diferencia entre hombres y mujeres es la forma en que manejamos el sobrepeso (hey, acabo de percatarme que no he usado la palabra gordura hasta ahora). Las mujeres rebajan muy fácilmente en las redes usando la técnica de tomarse la foto desde arriba. Si usted está evaluando una dama en las redes, y encuentra que todas las fotos las toma desde arriba, posiblemente con el escote lucido, de seguro que oculta su gordura. Si evalúas todas sus fotos, parecería que ella solo se compone de cara, tetas y pies.
El problema con este truco es que si la mujer va a conocer a alguien en vida real, tiene que mantener el efecto. La mejor estrategia para ella es citarlo en algún local con dos pisos, y que él se mantenga en la planta alta, y que desde el balcón le hable a ella abajo.
Los hombres tenemos una técnica más simple pero igualmente inútil, que consiste en meter la barriga. No hay manera en este mundo en que alguien meta la barriga, y no se vea como alguien metiendo la barriga. El otro problema es que es una ilusión que solo podemos mantener por unos segundos. Ahora las mujeres entienden porque nuestras relaciones son tan cortas.
Lo que acabo de describir es un martirio. Todo sería más fácil si aceptamos nuestro peso en exceso. Eso no define nuestra calidad humana.
Por otro lado, no voy a usar ese pretexto para caer en conformismo. Es cierto que el peso no determina nuestro valor como persona (a menos que nos vayan a vender para carne). Pero el peso es un factor crítico en la salud, y todos procuramos salud y larga vida para quienes amamos.
Dicho esto, voy a comenzar dieta. Hacer dieta es lo más fácil que hay, por ejemplo, en un mes yo he sabido comenzar tres dietas. Ya más adelante les dejaré saber cómo me va en esta misión. Mientras tanto, cambié mi báscula por una que brinde mensajes inspiradores cuando uno se trepe. Conseguí una a buen precio por Wish. Esta mañana me dijo “Holy fuck!”.
Alexis Sebastián Méndez ©
(Publicado original en mis redes en junio de 2019)
