Todo lo que debemos aprender del amor está en el cine

El amor y el cine son una combinación perfecta. Inclusive, suele ser la cita de enamorados más común.

El cine explora temas universales, y no hay nada que una más a los humanos que el amor, con todo lo que conlleva: alegrías y penas; ilusiones y frustraciones, deseo y rechazo. Casi todas nuestras evoluciones emocionales se las debemos al amor, o a la falta de amor: sea familiar, amistosa o romántica.

Pero no abarquemos tanto: Volvamos a los enamorados. Aquí tenemos algunas lecciones sobre el amor que podemos obtener del cine. Aunque algunas cintas listadas son románticas (y por tanto, el tema es obligatorio), es interesante encontrar aprendizajes en comedias, dramas, y hasta en sagas espaciales.

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Forrest Gump (1994)

El romance de “Forrest” con “Jenny” es objeto de controversia. Ella ha hecho de su vida un aparente desastre (el público parece ignorar los daños psicológicos y emocionales sufridos como víctima de abuso), y cuando tiene una enfermedad mortal, entonces acepta a “Forrest” como pareja de vida, un acto de aparente conveniencia.

Podríamos indicar que “Jenny” lo amaba de una manera diferente, y que la distancia que había mantenido durante su vida era porque se consideraba dañina para él. O quizás sufrió la epifanía que muchos experimentan cuando ya aceptan la cercanía de su muerte, y entendió que podía brindar esa felicidad a su amigo de toda la vida.

Nada de eso es muy importante. Nuestro maestro de amor, en esta cinta, es quien le brinda su título.

“Forrest” ama sin filtros, y no es solo con “Jenny”. Nuestro héroe es el único amigo de “Bubba”, porque no le importa su obsesión con un mismo tema. Tampoco pone atención a los insultos de “Dan”, y en cambio le brinda compañía cuando lo encuentra en miseria y soledad. Y con esa aceptación, cambia la vida de quienes lo rodean.

“Forrest Gump” nos enseña: Para transformar la vida de otros, no necesitamos juzgarlos; basta con brindarles amor genuino.

El problema no es Forrest; el problema de Jenny está en el fondo

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La La Land (2016)

Si ha visto “La La Land” (y si no la ha visto pero piensa hacerlo, pare de leer, porque voy a discutir su final) sabe que tiene una de las conclusiones más devastadoras en años recientes.

Lo singular de este filme es que, aunque la pareja romántica no termina unida, esto no es presentado como trágico. Sí, es triste, pero el filme lo presenta de una manera hermosa.

“Sebastián” y “Mia” son el tipo de pareja que merece ser feliz. Sin villanos ni grandes fuerzas opositoras, se distancian de la manera en que suele ocurrir en la vida: para cumplir sus metas, se resignan a separarse.

¿Esto significa que el amor ha sido vencido por otras ambiciones? Aquí hay un dilema: ¿Acaso no aspiramos que la persona que amamos disfrute la alegría de cumplir sus sueños?

La cinta no sugiere que esto sea la mejor solución, o que sea errada. La escena final, en que vemos una realidad alterna donde trataban remedio diferente, es nostálgica, llena de “¿y si hubiéramos actuado distinto?”. Pero no hay respuesta definitiva, así como nunca existe certeza de si nuestras decisiones en el amor son las mejores.

Y esa sonrisa final: Tan felices de verse, tan felices de saber que el otro está bien, tan felices de haber sido parte en la vida del otro, tan felices de ser huellas imborrables.

“La La Land” nos enseña: El amor puede terminar, aunque el amor nunca termine.

El amor está lleno de decisiones, y nunca tenemos certeza de cuál es la mejor. Aceptémoslo.

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Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004)

Esta cinta surreal es una de las experiencias más atípicas que tendrá en el cine. No sabría si calificarla como fantasía, romance o comedia. Lo cierto es que su premisa es original y única.

“Joel” sufre la tortura del descorazonado: No puede dejar de pensar en su ex. Así que decide someterse a un peculiar tratamiento, por el cual te borran los recuerdos no deseados.

La acción entonces se mueve a una localización pocas veces vista en el cine: dentro de la cabeza del protagonista. Cuando “Joel” descubre que no desea perder recuerdos lindos que tiene con ella, comienza a tratar de esconderla en otras partes de su memoria, incluyendo en recuerdos de la niñez.

En fin, cuando podemos ver por encima del dolor, logramos reconocer la grandeza de los buenos momentos.

“Eternal Sunshine of the Spotless Mind” nos enseña: El dolor no puede borrar el amor, y la tristeza nunca debe eliminar las alegrías.

Este lo incluí on una cita. El filme tiene muchas líneas memorables.

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Revenge of the Sith (2005)

Parecerá forzado incluir un filme de fantasía y aventuras, pero estos géneros muchas veces contienen historias de amor que tocan nuestro corazón. Por ejemplo, puedo confesar que me causa un taco en la garganta cuando, en “The Avengers: Endgame”, “Starlord” se entera de la muerte “Gamora”, y explota en una rabia incontrolable.

Entiendo que soy de los pocos defensores de las precuelas de “Star Wars”. Lo sé, la trilogía sufre de incontables deficiencias (el mal sabor de “Jar-Jar Binks” empaña aún las cintas en que apenas aparece), pero su talón de Aquiles definitivo es la interpretación de Hayden Christensen como el crucial personaje de “Anakin Skywalker”.

Esto es una verdadera desgracia, pues es imposible crear la química necesaria con la formidable Natalie Portman, lo cual es crítico para que funcione la historia de amor.

Siempre he mirado por encima de todo esto, para apreciar la historia detrás: “Anakin” está tan perdidamente enamorado, que enloquece ante la idea de que “Padmé” pueda morir. Tanto así, que se deja llevar por los peores instintos, todo por el amor. ¿Acaso esto no es lo que alegan los abusadores de pareja, ante la incapacidad de retener a la persona? “Anakin” no la descarga contra “Padmé”, pues no la decisión no está en control de ella, sino contra el resto del mundo -debo decir, de la galaxia- si es necesario.

Qué distinto sería todo si hubiéramos tenido a Chris Pratt para interpretar a “Anakin”.

“Revenge of the Sith” nos enseña: El miedo a la pérdida del amor, nos lleva a acciones equivocadas.

Lo que pudo ser una gran historia de amor, si se hubiera sentido el amor en pantalla

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The War of the Roses (1989)

Este filme no ha conservado su merecido espacio en la memoria del cine. La película fue un desaire para muchos que -viendo reunidos a Michael Douglas, Kathleen Turner y Danny DeVito- anticipaban otra aventura refrescante a lo “Romancing the Stone”. En cambio, lo que reciben es una comedia negra llena de cinismo.

Los “Roses” vivieron un gran romance, y un matrimonio largo (los hijos llegan a marcharse de la casa), pero cuando “Barbara” decide poner fin al matrimonio, “Oliver” no lo toma con simpatía.

Parte del problema es que “Oliver” no vio nada de esto venir, tanto por su indiferencia hacia cómo se siente su esposa, como por el silencio de ella ante su infelicidad. Incapaz de aceptar o respetar la decisión de su pareja, el esposo comienza una batalla contra ella (en un intento, irónico, de conservarla). “Barbara”, en un comienzo, trata de ignorarle, hasta que el asunto se vuelve insostenible y ataca de vuelta.

La “guerra” va aumentando, más empujada por orgullo que por amor, hasta terminar en un desenlace que, les adelanto, no es feliz.

“War of the Roses” nos enseña: Escucha, exprésate, entiende y acepta; antes que el desamor se transforme en rencor y no haya remedio posible.

Como pueden apreciar: Las cosas no van bien entre los esposos…

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Airplane! (1980)

Solo porque un filme no se tome a sí mismo en serio, no significa que esté ausente de amor. Inclusive, el amor se supone que sea, sobre todo, divertido.

“Ted Stryker” se siente responsable de la perdida de sus compañeros de escuadrón de aviación durante la guerra. Esto lo lleva a su problema con la bebida (queriendo decir, que no puede llevarse el vaso a la parte correcta de la cara) y al deterioro de su relación con “Elaine”.

Desesperado por salvar su relación, “Ted” vence su repulsión a montarse en un avión, para seguirla en el vuelo en que ella trabaja como aeromoza. Nadie anticipaba que los pilotos se enfermarían en pleno vuelo, y queda de nuestro héroe superar sus traumas y manejar la nave hasta su aterrizaje seguro.

Aunque la relación de “Ted” y “Elaine” es un pretexto para burlarse de los clichés románticos, vale señalar que hay muchos clichés que funcionan (porque, aunque entre los romances hay muchos elementos repetidos, cada romance sigue siendo único), y la historia de amor no pierde su encanto, a pesar del sarcasmo.

“Airplane!” nos enseña: Si quieres vencer en el amor, deja tus errores del pasado donde deben estar: en el pasado (pon oído, «Jenny»).

Si «Ted» supiera lo que pasó entre «Elaine» y «Otto» (el piloto automático) poco antes durante el vuelo…

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Esas son solo algunas de las lecciones que el cine nos ha ofrecido. Es decir, el amor es drama, fantasía, y aventura. Pero, si me hacen escoger, el amor debe ser, más que ninguna otra: comedia. La mezcla de amor y risas, es la mejor fórmula del cine. Y de la vida.

Alexis Sebastián Méndez (c)

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