No todo lo que Mel Brooks es oro
STREAMING / crítica
ALEXIS Sebastián Méndez
History of the World Part II
Protagonistas: Mel Brooks, Wanda Sykes, Nick Kroll, Ike Barinholtz, y muchos artistas en apariciones sorpresa.
Plataforma: Hulu
Año: 2023
De qué trata: Secuela de la comedia de Mel Brooks del 1981, titulada “History of the World: Part I”.
Opinión: No hay comedia de Mel Brooks que no haya visto. Inclusive, casi podría decir que no hay comedia de Mel Brooks que no haya visto al menos un par de veces (si repito “Life Stinks” y “The Twelve Chairs”, entonces cumplo). Como para todo amante del humor irreverente, Mel Brooks es casi una deidad.
Por supuesto, el peligro de todo grado de fanatismo, es que inflamos los logros e ignoramos los desaciertos. Brooks merece el galardón de establecer el modelo para parodias de cine, haber explotado el mal gusto como mecanismo de risa (la primera escena con gases intestinales en el cine le pertenece), y asegurar la crítica inteligente escondida bajo un toldo de aparente estupidez.
Brooks merece los méritos recibidos por “The Producers” (otro filme pionero, pues pocos se atrevían tocar el tema nazi como objeto de comedia), “Blazzing Saddles” (un filme sobre racismo, tratado con total absurdo, mientras hace mofa del medio cinematográfico), “Young Frankestein” (excelente homenaje a los filmes de horror en blanco y negro) y “Spaceballs” (la única comedia espacial que ha funcionado) y muchas otras.
Pero, como advertí, el fanatismo nos hace celebrar demasiado algunos de sus filmes (vamos: “Men in Tights” no pasa de entretenida), y un buen ejemplo de esto es “History of the World: Part I”.
La cinta del 1981 es puro Mel Brooks. Tenemos un vistazo a varias escenas en la historia de la humanidad, algunas cortas (como cuando Moises baja del monte con los quince mandamientos… mejor dicho: diez –pues se le cayó una de las tres piedras) y otras extensas (en particular, el imperio romano y la revolución francesa).
El filme es divertido e inolvidable, pues tiene suficiente momentos originales para destacarse de otras comedias (pero por cada instante memorable, el filme tiene varias escenas que se arrastran sin resultado). Los fanáticos siempre recuerdan que la película cierra con los avances de una segunda parte, que muchos quedaron esperando, aunque era una simple broma de Mel Brooks.
Ahora, 42 años, nos llega la tan esperada continuación, pero en una serie de Hulu, con ocho episodios que duran media hora. La película se sentía alargada con sus noventa minutos, así que imaginen un proyecto de cuatro horas.
Mel Brooks es supuesto creador de la serie, pero con 96 años de edad, supongo que fue muy limitado (aparece como libretista entre unas dos decenas de nombres). Aun así, acogí la serie con entusiasmo (si su aportación creativa era solo una migaja, para mí bastaba), porque entre los creadores de la serie hay muchos comediantes de respeto, en particular Wanda Sykes, quien es una de las productoras.
El desencanto no tarda en hacerse sentir. Más que ser una comedia de Mel Brooks, esto parece una comedia desesperada por parecer de Mel Brooks.
Me explico. Uno de los desaciertos de Mel Brooks, es que –bien sea por su vena teatral, o sus inicios en televisión– sus comedias tienden a recurrir a la sobreactuación, algo que acentúa el propio Brooks en sus interpretaciones, para compensar su limitado talento como comediante. La serie recurre a este estilo, que en ocasiones resulta dañino, pues en sucesión, comienza a resultar irritante (sobre todo con Nick Kroll, quien insiste en gritar todas sus líneas).
Así mismo, los anacronismos son tantos (ejemplo: el Tik Tok de Galileo) que –para usar un término de moda– se “normalizan”, y pierden cualquier efecto cómico. Lo mismo con los números musicales. Cuando Torquemada en “Parte I” nos invita al espectáculo de la Inquisición Española, con un número tipo Broadway, es una sorpresa inesperada que además cumple un propósito. En “Parte II”, los números musicales surgen solo por capricho, como si hubiera un “checklist” de “cosas a incluir”. Ninguno resulta divertido, solo esperamos a que acaben.
Otro error garrafal es lo que llamamos “estirar el chicle”. La serie parece tener una fascinación con la historia de Jesucristo (no soy religioso, así que esto no me ofende pero, vamos, si quieren hacerse los valientes, traten con Mahoma, y entonces hablamos). En algunos momentos hay ideas interesantes, como la parodia de “Let It Be”, el documental sobre la grabación de los Beatles. Aquí se usa para ver a Jesucristo preparando su último sermón (María Magadalena es la Yoko Ono). La primera vez nos parece ingenioso; ya en la cuarta intervención, vemos que no saben cuándo descansar los chistes.
A pesar de mis quejas, aguanté los ocho episodios porque, uno de los males de los fanáticos, es que esperamos que la empresa mejore más adelante. Hay algunos aciertos (los arreglos de la Biblia para hacerla más mercadeable; negociaciones de paz en Oriente Medio que peligran cuando discuten sobre quién inventó el hummus; la creación de las pirámides era un esquema piramidal; un comercial sobre pruebas de ADN), pero estos buenos momentos están enterrados entre decenas de viñetas estúpidas sin humor.
Como he mencionado desde el principio, soy fanático de Mel Brooks. Uno de los mecanismos de defensa de los fanáticos es la negación. He decidido pensar que “History of the World: Part II” es “no canónico”, que es más un “fan fiction”. Tengo que hacerlo, porque me resulta irónico que, una comedia sobre la historia, mancille la historia de uno de los grandes de la comedia.
Alexis Sebastián Méndez ©
28 de mayo de 2023



