Cuentos de príncipes e irreverencia
Libro: #31/48 (2023)
Título: The 13 Clocks
Autor: James Thurber
Publicación: 1950
En resumen: El “Duque” mantiene atrapada a su supuesta sobrina, la Princesa Saralinda. Para casarse con ella, un príncipe debe conseguir mil piedras preciosas en poco tiempo, y lograr que los 13 relojes del castillo marquen las cinco, aunque llevan años detenidos diez minutos antes de la hora.
¿Por qué leí este libro?: El problema con pasear en librerías, es que uno acaba añadiendo más libros a la lista, algunos cuya existencia desconocía, como fue mi caso con esta novela corta. Capturó mi ojo el nombre de Neil Gaiman, uno de mis autores predilectos, quien escribe la introducción para esta edición. Cuando Gaiman indica que éste es quizás el mejor libro del mundo, tuve que probarlo.
El contenido: Se trata de una aventura desarrollada en el mundo de los cuentos de hadas. Hay una princesa prisionera, un villano que detiene al príncipe, hechizos y maldiciones, pruebas para vencer, y personajes fantásticos.
El libro incluye muchos juegos de palabras divertidos. Se distingue el personaje de Golux, quien ayuda a nuestro héroe. Golux sabe muchas cosas, pero también inventa demasiadas, y como tiene mala memoria, después no sabe si sus declaraciones son correctas o verdaderas.
El libro también tiene un personaje interesante: una mujer que llora joyas por lágrimas. Nuestros héroes desean hacerle llorar, pero ya ha botado tantas lágrimas por penas pasadas, que se convierte en un verdadero reto. Una alternativa es hacerle llorar de la risa, aunque esas joyas se disuelven en un par de semanas. Interesante idea: los ratos agradables son pasajeros, pero las penas las cargamos por siempre.
¿Es bueno el libro?: El libro es simpático, y su lectura es agradable, pero Gaiman exagera cuando lo llama el mejor libro del mundo. Hay dos asuntos a considerar. La primera, que esto fue un libro muy querido de su niñez, y como autor, le tiene espacio especial en su corazón. Lo segundo, que he leído otras introducciones por Gaiman, y suele ser demasiado generosos con sus palabras. Olvidé considerar eso.
Quiero, antes de cerrar, compartir un ejemplo del humor del autor:
“Una bola púrpura con estrellas doradas bajó rebotando por las escaleras de acero, guiñando y brillando, como un niño desnudo saludando sacerdotes”.
Interesante descripción para un libro escrito en 1950.
Alexis Sebastián Méndez ©


