«Oppenheimer» y Nolan: El ego de un científico y el ego de un director
CINE / crítica
ALEXIS Sebastián Méndez
Oppenheimer
Protagonistas: Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey Jr., Matt Damon
Director: Christopher Nolan
Año: 2023
De qué trata: La historia del “Proyecto Manhattan”, en el cual se desarrolló la bomba atómica, bajo la dirección del científico J. Robert Oppenheimer (Murphy), y los intentos posteriores para desprestigiarlo, acusándole de traidor.
Opinión: Llego tarde, ya que esta película disfrutó su éxito en salas en verano del año pasado, y hace unos meses arrastró en los premios “Oscar”. Ninguno de esos datos me haló a ver este filme (la masa abraza más la popularidad que la calidad; los premios “Oscar” son un ejercicio de política de estudios hollywoodenses con un extenso historial de selecciones mediocres). Lo que me interesaba es que era un drama histórico (encima con científicos, de los que hay pocos) y es dirigida por Christopher Nolan, a quien admiro desde “Memento”.
Lo que me había alejado era su extensión de tres horas. Esto no es impedimento e, inclusive, muchas de mis cintas favoritas cuentan con duración similar. Así que, finamente, ya cumplí con ver la película, y ahora debo cumplir con dejar saber que Christopher Nolan me ha decepcionado.
Voy a brincar directo a una escena que ha resultado controversial, y asunto de debates. Durante unas vistas, se habla de la vida sexual de Oppenheimer, y entonces vemos al científico desnudo en la silla, con una amante (ya muerta) teniendo sexo con él, mientras ella mira a la esposa (Blunt) del creador de la bomba.
No está claro si esto lo imagina la esposa (la escena la vemos desde su punto de vista), o es un recuerdo de Oppenheimer (quien tiene otros momentos similares en el filme). Algunos pensarán que no debe juzgarse toda una película por una decisión equivocada, pero uso la escena como ejemplo de un fallo general y mayor: un desenfoque en la narración como sacrificio para el ego creativo.
La película es un mosaico de ideas incompletas. En un momento Oppenheimer describe, en teoría, los hoyos negros -aun antes que se corroborara su existencia- pero esto queda olvidado. La esposa del científico parece ser miserable como ama de casa y madre, pero poco después parece cumplir efectivamente sus papeles, sin que se explique transformación (si es que en realidad la hubo, aunque fuera parcialmente). Hay otras series de interacciones que se tocan y desaparecen.
Un problema craso es la abundancia de personajes. En las conversaciones, mencionan nombres y no sabemos de quién hablan, o cuál es su relevancia. Nolan es un gran director de actores y del lente, así que nos dejamos arrastrar con su dinamismo, y seguimos adelante convenciéndonos que entendemos, cuando la realidad es que estamos perdidos.
Nolan recrudece esta deficiencia con contantes brincos en el tiempo. Las líneas narrativas principales son tres: unas vistas privadas, unas vistas senatoriales, y el desarrollo de la bomba atómica (se salpica todo esto con reacciones posteriores al lanzamiento de las bombas en Hiroshima y Nagasaki, y otras cosas). Las vistas senatoriales son presentadas, por algún motivo, en blanco y negro (así como otras escenas con el personaje de Robert Downey, Jr.) sin que eso signifique que sean las más viejas (no lo son) o merezcan una interpretación diferente.
A lo que esto se traduce es que “Oppenheimer” adolece de lo peor que le puede ocurrir a una película: Dirección pretensiosa.
Conozco el trabajo de Christopher Nolan, y admiro su valentía y creatividad. La estructura inversa de “Memento” tiene una intención, ya que, al igual que el personaje, el público desconoce lo que ha pasado antes (él por falta de memoria, nosotros por el orden de las escenas). Los brincos de “Inception” ayudan al sentido de confusión de los sueños. Pero estos trucos no aportan nada en este drama histórico. Nolan no trabajó aquí a favor de la claridad del argumento, sino que estaba enfocado en su despliegue creativo (y, por el premio recibido, pues le funcionó).
Y, por eso, la escena del sexo en medio de las vistas. Puede ser interesante en una película erótica, o de relaciones de pareja, o de romances rotos, pero aquí parece una payasada en que uno no sabe si sentirse incómodo o reírse. No hay nada que nos acerque a la reflexión o la nostalgia. Es como si para Nolan solo valiera: “Ey, ¡miren lo que hago!”.
Se dice que el cine ha ido muriendo por el gusto a las series. Me parece irónico que esta película tan taquillera, debiera haber sido una serie en alguna plataforma de streaming. Hay muchos personajes y argumentos secundarios que merecen atención, y que se pierden dentro del arrojo frenético en “Oppenheimer”. Quizás en una serie se hubiera podido brindar la profundidad necesaria en las relaciones sentimentales del científico, y Nolan no tendría que haber lucido como un director inseguro que necesita llamar la atención.
Alexis Sebastián Méndez ©
16 de mayo de 2024


