White Chicks: 20 años después
CINE / crítica
ALEXIS Sebastián Méndez
White Chicks
Protagonistas: Marlon Wayans, Shawn Wayans
Director: Keenan Ivory Wayans
Año: 2004
De qué trata: Dos hombres negros, agentes del FBI, se hacen pasar por jovencitas blancas de clase alta.

Opinión: Aunque no lo crea, no es hasta ahora que veo esta película.
Para el momento en que estrenó (en 2004), yo escribía reseñas de cine en el periódico Primera Hora. Me limitaba a criticar los filmes a los que hubiera sido invitado previo al estreno. La mayoría de las películas a las que no era invitado, terminaban con un reportaje genérico, basado en el comunicado de prensa y las reseñas publicadas en Estados Unidos. En fin, con tanta película para ver, se colgaban muchas de las que no veía en antes de estreno. “White Chicks” fue una de esas cintas.
Como expliqué, si leía las críticas publicadas para poder preparar mi reportaje. “White Chicks” era considerada como una de las peores cintas del año. Por tanto, nunca puse esfuerzo en alcanzarla.
Pero la cinta fue un éxito de taquilla, y después se convirtió en una especie de filme de culto, logrando aún mayor popularidad en los años de los clubes de vídeo (esto ha pasado con muchas comedias, como “Caddyshack”, “Three Amigos”, “Beetlejuice” y la primera cinta de “Austin Powers”). Con esto en mente, y muncho cansancio, decidí hace unas noches disfrutar de alguna “comedia tonta”, e ignorando a los críticos, probé “White Chicks”.
La cinta, como deben conocer, es una inversión del “blackface”, esta vez con dos actores negros haciéndose pasar por blancos, específicamente, por chicas de clase alta.
Resulta interesante ver la película ante los estándares actuales. Aunque mi sensibilidad (o falta de ella) viene de los 80, no estoy ajeno a las percepciones modernas, y es interesante identificar lo que se considera “políticamente incorrecto”.
Tomen la primera escena. Los dos actores negros, que entienden sobre ser “víctima” del estereotipo, comienzan imitando a dos hombres latinos. Me adelanto es señalarles que no encontré la película graciosa, pues solo me reí en tres ocasiones, y una fue en esta escena, pues en el intento por sonar que hablan español, comienzan a repetir la letra de “Guantanamera”.
Otra nota sobre estereotipos: Parece, según el cine, que no hay mujer blanca de clase alta que no sea comemierda, vanidosa y banal. Como siempre me gusta señalar, la indignación a los estereotipos depende de dónde uno esté parado en la ecuación, y de cuál sea la moda de indignación.
Mis expectativas eran bajas, y sabía que era una película tonta, pero debo aclarar: No es lo mismo una película con humor tonto, que una película que lo trata a uno como tonto. Si el filme es muy gracioso, podemos pasar por algo deslices de la trama, pero cuando las risas son escasas, las chapucerías del libreto se vuelven mortificante.
Arranquemos por la premisa. Los agentes del FBI se hacen pasar por las blanquitas cuando estás se oponen a mostrar sus rostros en público debido a unas lastimaduras ínfimas. Así que ellos consiguen a un grupo de experto que los convierte en copias de las dos muchachas. ¿No era más fácil que esos mismos expertos disfrazarán las heridas de ellas?
¿Cómo es que ellas permiten que uno de ellos se lleve el perrito? ¿Quién demonios planifica un secuestro justo en el momento en que hay cientos de testigos? Entiendo que es comedia, pero una cosa es aceptar un absurdo como parte de la premisa (que amistades crean que son las verdaderas chicas), y otra es mera chapucería narrativa.
Lo cual es una lástima, porque tengo a los hermanos Wayans en alto aprecio (“I’m Gonna Git You Sucka”, “Scary Movie”), pero entiendo que las críticas devastadoras estaban bien merecidas. Me reí con el ataque de un perro guardián, y con Terry Crews chupando seductoramente un ostión, pero lo demás, aunque es entretenido, es olvidable.
El sentimiento, que no esperaba de la película, fue la nostalgia. Este tipo de comedia ligera era abundante en el cine, y siempre había alguna producción sencilla con intenciones de risa fácil, bien sea por integrantes de Saturday Night Life, Jim Carrey, Adam Sandler, Roy Schneider y otros. O sea, ¿quién diría que hubo un tiempo en que la gente consideraba las ofertas de Pauly Shore?
El cine, entre el miedo a ofender, y el deseo de ofrecer producciones que apelen estrenos mundiales (la comedia estadounidense nunca ha exportado bien), nos ha desprovisto de estas ofertas. Eso es lo que extraño veinte años más tarde: La abundancia de comedias. Inclusive, no importa que eso signifique cruzarse con cosas como “White Chicks”.
Alexis Sebastián Méndez ©
20 de agosto de 2024

