Esta reseña incluye «Pato el que lo lea»
Libro: #54/48 (2024)
Título: Palabrotalogía
Autor: Virgilio Ortega
Publicación: 2015
¿Por qué leí este libro?: ¿Y por qué no?
El contenido: Este libro imagina que hemos viajado al pasado, y recibimos un viaje turístico por Pompeya, conociendo la ciudad, sus costumbres y un legado inesperado: los grafitos en las paredes. Estos escritos traviesos en las paredes es un documento histórico del lenguaje, humor y asuntos de la época.
El libro se divide principalmente en tres partes. En la primera, hay un paseo por la ciudad, donde aprendemos del origen de nombres para estructuras, edificios e instituciones. La segunda parte se desarrolla durante una cena, en la que nos exponemos a nombres de alimentos, tradiciones, el matrimonio y normas sociales.
La tercera parte es quizás la más interesante: una visita a un prostíbulo de la época, con los distintos servicios que se ofrecían. Es en estas paredes que se conservan muchos de los grafitos por los cuales conocemos de las malas palabras de esos tiempos.
Algunas lecciones y curiosidad de la etimología (estudio del origen de las palabras):
- “Anillo” y “ano” se relacionan (claro, ahora parece obvio)
- Las últimas palabras de Emperador Claudio: “Me he cagado”.
- El verbo “scortari” significa “prostituirse”. Así que el eufemismo “escorta” no esconde su realidad.
- Cita: “Si te casas con una mujer hermosa, tendrás un bien público. Si con una fea, un mal privado”.
- La homosexualidad pasiva era crimen en un ciudadano, pero un deber del esclavo.
- “Lesbiana” es por la isla de Lesbos, donde la poetisa Safo “jugaba” con sus amiguitas hace dos mil quinientos años.
- “Carajo” viene del latín para “palo” o “verga” (casi todas las “malas palabras” tienen connotación sexual). Por favor, dejen de repetir el mito de que es una parte de los veleros. Eso es un disparate que corre por las redes.
¿Es bueno el libro?: El formato de novela con ensayo puede ser original y llamativo, pero resulta muy torpe para la lectura, ya que en cada línea de diálogo o varias veces durante alguna descripción, hay un paréntesis para explicar las raíces de las palabras, lo cual rompe el flujo del lector, y no permite que se sienta avance en la parte narrativa del escrito (que, en fin, como carece de conflicto o centro, es un mero pretexto para movernos entre tópicos).
Otro asunto es que quizás una cuarta parte del libro (o menos) trata del origen de las “palabrotas”. La mayoría de las palabras presentadas son de uso común.
Lo más interesante fue descubrir que existe el siguiente grafito en Pompeya: “Bujarrón quien lo lea, pero no quien lo ha escrito”.
Dos cosas:
“Bujarrón” es lo mismo que “bugarrón”
El origen de “Pato quien lo lea” se remonta a, por lo menos, casi dos mil años.
Eso me ha hecho la vida.
Alexis Sebastián Méndez ©
8 de octubre de 2024

