El torneo nacional de voceteo

El torneo nacional de voceteo

                                               Por: Alexis Sebastián Méndez

Hay un nuevo deporte: Se llama “voceteo”.

No, no se trata de dos fañosos que pelean en un cuadrilátero (eso sería “hucha hibee”), sino una nueva actividad deportiva que ofrece muchas ventajas, tales como no entrenar. También tiene una dieta más flexible que la de los atletas, ya que puedes tomar seis cervezas para bajarte esas dos alcapurrias que conservan algo de calor detrás de la vitrina, gracias a las bombillas de Pepe Ganga, y el calor natural en las patitas de las moscas.

Si usted puso atención a las clases de latín en la escuela (o si nació en América Latina), ya debe saber en qué consiste este deporte. Basta con romper la palabra “voceteo” en sus raíces.

  “Vo” viene del latín “voy ahora”.

  “Ce” viene de “ce van a joder todos”.

  “Teo” viene de “deo pa’ ti, porque no tengo modales”.

  Exacto: “Voceteo” consiste en comprar muchas bocinas de sonido (esto se logra ahorrando en tatuajes por unos meses), y meterlas en el baúl del carro, como estudiantes durante los tiempos en que, en las fugas escolares, solo un par de compañeros de clase tenían carro. El efecto visual es como si tu carro fuera un vehículo con un sistema de propulsión que, en lugar de avanzar mediante combustión, lo logra con la fuerza vocal de Farruko. 

Ya puedo imaginar las competencias nacionales de este deporte.

Comentarista 1 (joven): “Bienvenidos a la final del quinto campeonato nacional de “voceteo”… me acompaña un comentarista con experiencia en los deportes”.

Comentarista 2 (viejo): “¡Llévatela viento! ¡Apúntalo! ¡Y…. ya están en carreras!”

Comentarista 1: “Malditos auspiciadores, que siempre quieren alguien con experiencia”.

Comentarista 2: “¿Quién nos auspicia en este show? ¿Brillantina Halka?”

Comentarista 1: “No sé lo que eso. El quinto torneo nacional de “voceteo” es traído a ustedes por “La Casa del Buen Bong”, la mayor cadena local en marihuana medicinal y bolsitas de nachos”.

Comentarista 2: “Ya entran los corredores a la pista.”

Comentarista 1: “No son corredores. Ni siquiera es una pista. Estamos en el parking del “Pachín Vicens”.”.

Comentarista 2: “Se acaba de bajar el entrenador”.

Comentarista 1: “No, es el jugador”.

Comentarista 2: “¿Estás seguro? Parece Jay Fonseca después del Viernes Negro en Ponderosa. Eso es el “look” tradicional de los entrenadores.”

Comentarista 1: “Estoy seguro. Es Yamilán Joseph, de Ciales, el retador.”.

Comentarista 2: “Ya sé, campeón de “avispero”.”.

Comentarista 1: “Es “voceteo”.”.

  Comentarista 2: “Es “avispero”. Mira el panal tan grande que trae en el baúl”.

Comentarista 1: “Esas son las bocinas del carro”.

Comentarista 2: “Pero es que apuntan hacia afuera en lugar de hacia dentro.”

Comentarista 1: “El único que ha puesto las bocinas hacia adentro fue hace unos meses el campeón de Moca. Se suicidó con una dosis de Darrell con Brytiago.”.

  Comentarista 2: “Ahí se abre la puerta del otro carro”.

Comentarista 1: “¡Es Garamafel Abid Weislein Gómez! ¡Campeón por dos años consecutivos! ¡Se está bajando del vehículo! ¡El público está eufórico!”.

Comentarista 2: “Tiene el culo pillado. No puede salir del Hyundai. Eso no un deportista.”

Comentarista 1: “No sabe lo que dice, el campeón entrena fuertemente. Por las mañanas, le pasa Armor All al carro. Después va a la playa, y hace cinco repeticiones de dejar basura tirada, y diez de arruinarle el sonido del mar a los turistas. En la tarde revisa su “playlist”, y pasa frente cuidos de ancianos y hospitales, donde lo confunden con un millón de ángeles tocando las trompetas del juicio final. A la hora del tapón, conduce durante dos horas, arruinado conversaciones de celular en otros carros…”

Comentarista 2: “Perdona que te interrumpa. El árbitro está haciendo señas”.

Comentarista 1: “Amigos, la competencia va a empezar. Los dos finalistas mueven sus carros… ya están trasero con trasero… esto es como la pelea entre King Kong y Godzilla”.

Comentarista 2: “O como cuando Carmen Jovet hizo un programa especial sobre el fantasma del niño en “Three Men and a Baby”.”

Comentarista 1: “Maldita sea… ¿qué es eso, y qué tiene que ver?”.

Comentarista 2: “Es que me acuerdo de eso y me da risa.”

Comentarista 1: “¡Cállese! ¡Van a empezar! ¿Podrá el campeón romper su marca de ciento doce tímpanos desbaratados en solo un minuto?”.

Comentarista 2: “Eso no es nada. Déjalo que escuche a mi esposa cuando pelea por un precio en el supermercado.”

Comentarista 1: “¡No haga chistes de viejos! ¡Póngase sus protectores de oídos!”.

Comentarista 2: “En mis tiempos éramos machos, y teníamos molleros hasta en el canal auditivo”

Comentarista 1: (con los protectores puestos) “¡No le escucho!”.

Comentarista 2: “Claro que no, si tienes esas cosas en la cabeza y… ”

         (Suena Nicky Jam. La cabeza de comentarista 2 explota, embarrando a comentarista 1)

Comentarista 1: (huele los trozos de cabeza que le han caído encima) “Esto huele a sangre, carne y… huele a mi abuelo… ¡hey! ¡ya recuerdo este olor! ¡Es brillantina Halka!”.

Alexis Sebastián Méndez ©

4 de febrero de 2021

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