Cuando los escritores cumplen años

Los escritores cumplimos años. Obvio. Lo que quizás no sepa, es que detestamos cumplir años, porque si encontramos un error gramatical en el bizcocho con que nos han sorprendido, nos negamos a probarlo.

No, eso es falso. Lo que detestamos son los clichés literarios en las tarjetas de felicitaciones (“… que cumplas muchos más”), así que agradecemos que esta tradición vaya en desuso, sobre todo, porque las expectativas sobre nosotros son muy altas cuando somos quienes escribimos felicitaciones, y no se nos ocurre otra cosa que “…y que cumplas muchos más”.

La realidad es que los escritores repasamos nuestros pasados doce meses como creadores, pues siempre nos sentimos improductivos (esto es porque, de cada veinte ideas que nos nacen, solo comenzamos una; fíjese que usé la palabra “comenzamos” y no “terminamos”).

Hoy celebro mi cumpleaños, y tengo un enorme sentido de estancamiento. En cambio, al repasar mis proyectos desde mi anterior celebración, descubro que aún mantengo la maquinaria de letras corriendo. Quiero compartir algunos de mis mayores contribuciones durante esta edad que termina.

Un buen pecado

Comienzo con esta novela porque, aunque los escritores nos negamos a escoger “hijos favoritos”, debo confesar que es mi preferida entre los ocho libros que he publicado. En cambio, no la recomiendo a todos mis lectores, pues se trata de una historia de intriga, crimen y romance. Aunque hay sus toques de humor, no es el tono dominante, y muchos de mis lectores prefieren mi voz literaria para el sarcasmo y la ironía.

Nada malo con lo anterior: Estoy orgulloso de cultivar el género del humor, y soy dichoso de contar con lectores que lo aprecien. Pero “Un buen pecado” me permite explorar ciertas complejidades humanas como el rencor, el perdón, la intervención de la fe en el amor, el derecho a morir, entre otros temas, con seriedad (aunque haya toques de humor, nunca puedo evitarlo).

También la novela incluye uno de mis personajes predilectos. “Luna Estrella” es una mujer formidable, valiente, que detesta victimizarse, y prefiere enfrentar la vida con firmeza; aunque su fortaleza y sarcasmo sean mecanismos para balancear su vulnerabilidad y enorme capacidad de amor. La vida es injusta, y “Luna Estrella” resiente, como todo humano, cuando le tocan circunstancias que no merece. Pero distinto a otros, ella continúa con la mirada en alto. Amo a «Luna Estrella».

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Teatro en 15

El municipio de San Juan ha creado una fabulosa iniciativa, donde se presentan obras teatrales con quince minutos de duración. En la pasada Navidad se presentaron dos obras de mi autoría.

Esto es significativo para mí, porque por distintas frustraciones, había decidido no escribir más para teatro, y usar mis energías en otras iniciativas. Me animé por varias razones: las obras iban a ser dirigidas por Lynnette Salas, quien domina muy bien mi estilo y sabe transmitirlo; el tema navideño me encanta; el proyecto de Teatro en 15 me parece excitante en el ambiente cultural del Viejo San Juan; y como dicen todos los teatreros: una vez que pruebas esto, siempre regresas.

Una de las obras es típica de quienes conocen mi afinidad por el humor negro, y hay un encuentro entre Santa Claus y un Rey Mago, resultando en tragedia (“La última noche de Santa Claus”). La otra obra presentaba a unos hermanos celebrando un intercambio de regalos, donde la mayor, “Kathy”, recibe el aprecio que merece por la –casi nunca reconocida– función maternal que asumen las hermanas mayores (“Amigo secreto”).

Fue una gran experiencia escuchar las risas en salas, y hasta un sollozo en una de las funciones de “Amigo Secreto”.

La última noche de Santa Claus
Amigo secreto

El Casi Casi Primer Damo

Ya ablandado y dispuesto para el teatro, me pidieron escribir “El Casi Casi Primer Damo”, para mi amigo Luisito Vigoreaux. Usted debe haber escuchado que todo el mundo pelea con Vigoreaux pero nunca se le deja de querer. Bueno, así mismo fue el proceso.

Una de las razones por las que estaba resistiendo el teatro, es porque entendía que mi trabajo no se representaba adecuadamente, y por tanto, afectaba “mi marca” como escritor, aunque en el caso del teatro es una exageración de mi parte, porque al público local contemporáneo, poco le importa quién escribió una obra.

Los autores nos afectamos por estos cambios, aunque ocurre en ambas direcciones. Por ejemplo, si los actores cuelan chistes gastados y muy malos en una de mis obras, parecerá que soy un chapucero. Por otro lado, a veces recibimos halagos que no nos corresponden. En el libreto de “El Casi Casi Primer Damo”, había una porción del libreto que solo indicaba “Yasmín Mejías habla sobre cómo hacer campaña política”. Aquí la actriz, en su personaje de “Altagracia”, tiene uno de los mejores momentos del show. Después algunos me felicitaban por esta parte, cuando en realidad es una rutina creada por ella.

Mi mayor satisfacción en “El Casi Casi Primer Damo” fue presenciar a “Papo Swing” –uno de mis personajes predilectos en la historia de la comedia local– decir las líneas tal como se escribieron. Después de la función, cuando saludé a Raulito Carbonell (uno de los mejores actores y comediantes del país), me felicitó porque había entendido perfectamente a su personaje. Me llevo esto como uno de mis mayores orgullos como escritor.

Papo Swing explica su ausencia en las redes… excepto por sus 250 cuentas en Instagram…

Tin Marín

Mi segunda novela en menos de doce meses. En esta ocasión, no publiqué por cuenta propia, sino con la Editorial Gaviota. Lamento la muerte de Norberto González, editor y librero, y me apena que no haya podido ver publicado el libro para el cual me apoyó,

Quienes me leen, saben que la nostalgia es otro de mis temas predilectos. En este caso, decidí usar el género de novela juvenil, y presento una aventura en un mundo donde residen los juegos y canciones que van cayendo en el olvido: La gallinita ciega, chico paralizado, Mambrú se fue a la guerra, y mucho más.

Los libros no solo son métodos narrativos para entretener y hacer pensar. También son depósitos de ideas y conceptos. Con “Tin Marín”, espero que su lectura despierte el interés del lector –sea ahora o en muchos años– por estas tradiciones.

¿Cuántas patas tiene el gato?

El mito de Almiro

En septiembre del pasado año, estaba en Massachusetts cuando, en un parque, vi una estatua de un jovencito viajando en una tortuga. Decidí buscar un ángulo que sugiriera otro tipo de relación con el animal, me paré entonces bajo la sombra de un árbol, y en dos minutos escribí –directo en el celular– “el mito de Almiro”. Inventé una historia en que, al final, el hijo de un humano y una tortuga, termina siendo empleado de “Church’s”. Lo subí a mi Facebook, como hago con otros disparates.

Pocos días después, mi texto –con ligeras alteraciones– junto a la foto que tomé, daba la vuelta por casi toda América Latina, con versiones adaptadas para México, Argentina, Colombia y otros países (usando otras compañías como víctima, o a los usuales empleados de gobierno). He llegado a encontrar este cuento en francés. También me topé con reportajes de prensa desmintiendo el mito, e indicando que desconocen el origen.

En ningún caso, recibí el reconocimiento.

Así que, después del sacrificio de obras de teatro con atención a los detalles; y varias novelas que han conllevado cientos de hora de investigación, escritura y revisión…. “el mito de Almiro” ha sido mi «obra» con mayor auge.

Quizás no deba de mencionarlo como obra significativa, pues no es más que un post de Internet. En cambio, las redes se han convertido en el mayor juez de lo que gusta o no, de lo que apela o lo que no conecta. Que este supuesto mito haya tenido ese alcance, me enorgullece como escritor, aunque mi nombre se haya perdido en el camino. En fin, ¿cuántos memes y comentarios hemos repetido en las redes, sin idea de quién lo originó? Me alegra que miles hayan disfrutado de mi invento.

Los reportajes usan la misma foto que subí a mi Facebook. Aún tengo la original en mi celular.

***

Estos son algunas de mis colaboraciones durante este año. También escribí para un programa educativo, un ensayo rindiendo honor a mi maestra de español, y otro despidiéndome con afecto del Cine Roosevelt antes de su cierre. También he retomado, de manera esporádica,  compartir críticas de cine.

Escribir sin lectores, es como un usar el karaoke en un local vacío. Toda esta lista de satisfacciones se la debo a ustedes. Son mi mejor regalo de cumpleaños, en esta fecha y cada día de mi vida. Gracias por leerme; a cambio, prometo seguir escribiendo, este año… y los que cumpla, que espero que sean muchos más.

Alexis Sebastián Méndez ©

4 de julio de 2022

2 Comments on “Cuando los escritores cumplen años”

  1. Leerte se siente como cuando sabes bailar y finalmente encuentras un buen parejo. No es solamente por fluir con lo inesperado, sino por tener con quién dejarte llevar. Gracias por compartir lo que hay en ti.

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