Una obra eterna

Libro: #21/48 (2023)

Título: The Prince and the Pauper

Autor: Mark Twain

Publicación: 1880

En resumen:  La acción se desarrolla en Inglaterra durante el siglo 16. El Príncipe Eduardo VI, quien era un niño de nueve años, coincide con un pordiosero que parece su gemelo. Como parte del juego, intercambian sus ropas, pero por una confusión, los guardias expulsan del palacio al verdadero príncipe, mientras que el pordiosero encuentra que, ante la muerte del rey, pronto será heredero al trono.

La copia que leí fue impresa hace casi 60 años. Al terminar, todas las páginas se habían desprendido.

¿Por qué leí este libro?: Ya he mencionado que, en mis lecturas anuales, intento incluir clásicos de la literatura. Mark Twain es uno de los autores más influyentes en la literatura, gracias a su inyección de humor a temas serios, y su mordaz crítica social.

Aunque es reconocido más como el creador del personaje de “Tom Sawyer”, las ideas y premisas de Twain han marcado muchos géneros de ficción. Por ejemplo “A Connecticut Yankee in King Arthur’s Court”, antecede por más de cinco años la obra “The Time Machine” de H.G. Wells. En “The Prince and the Pauper”, Twain recurre a la ficción histórica para traernos una premisa copiada miles de veces: dos personas que son idénticas, e intercambian papeles.

La obra ha sido adapatada decenas de veces al cine

El contenido: El libro, como es de esperarse, se desarrolla en historias paralelas. Tenemos a “Tom Canty” teniendo que aprender los mecanismos de la realeza, mientras que la corte asume que sufre un caso de locura temporera. Por otro lado, el Príncipe Eduardo VI recibe también trato de loco, cuando entre medio de ladrones y criminales, exige que se le trate como el príncipe que es.

Algo interesante es que Twain quiere distinguir que las crueldades que describe no son inventadas, y dedica el final del libro a explicar las fuentes de varias de las atrocidades presentadas: Crímenes pequeños castigados con la muerte, arder en la hoguera por sospecha de brujería, o que te cortaran las orejas por expresarte contra las autoridades. El más curioso: La realeza tenía un “chico para latigazos”. Si el príncipe cometía un error que debía reprenderse, era este otro niño el que recibía los latigazos.

¿Es bueno el libro?: Creo que es un libro formidable, aunque confieso que pasé algún trabajo para leerlo, ya que Twain usa el inglés antiguo y tuve que hacer búsqueda de muchas palabras (por ejemplo, cada vez que me encontraba la palabra “thou” -muy frecuente- debía recordar que era “you”, mientras que “thy” es “your”).

Eso sí, el libro contiene humor, pero poco, porque más que nada, sorprende la continua tensión, cortesía de las situaciones que enfrenta el príncipe. Aquí es que Twain tira su crítica contra la crueldad de muchas leyes, y que quienes gobiernan, debieran verse abajo para entender la magnitud de algunas injusticias.

Alexis Sebastián Méndez ©

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